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jueves, 14 de septiembre de 2017

Espuma de crema catalana y crema catalana. Barcelona y Bellver de laCerdenya.


Verónica Cervera, me acordé una vez más de ti cuando en menos de diez días comí estas dos cremas catalanas muy distintas entre sí. 
La espuma, la comí en El Restauran Tragaluz de Barcelona a dos pasos del Passeig de Gràcia. El segundo, la crema catalana tradicional,  en El Pico Negro,  un restauran de Bellver de La Cerdanya. En plena montaña donde la tradición es norma. Ambos eran una delicia. Dos pieles y dos razas muy distintas de texturas y matices muy alejadas. Pero ambas me llevan siempre a la natilla que me hacía mi tía  Lala en Cuba cuyos lazos con la crema catalana son calcados receta contra receta.

Árbol sin hojas busca el cielo de Barcelona en invierno.

DE MI LIBRO "ME GUSTA DAR DE COMER A LOS ELEFANTES" (disponible en AMAZON)

Cuando comencé a escribir poemas con veinte años,  hubo unos versos del poeta  hindú Tagore,  Premio Nobel, que me impactaron mucho. Las recordaba así,  las ramas de los árboles  como raíces al cielo. Pero en realidad él escribió:  "las raíces de un árbol son ramas bajo tierra, las ramas, raíces en el aire," Tagore.

No entendí esos versos hasta que llegué a París en otoño-invierno a fines del siglo pasado,  y viví con intensidad, esta estación por primera vez en mi vida.
Imposible sembrar una raíz en un árbol inverso. Ese verso es mío.   No obstante, pienso, que el cielo acuna raíces de árboles tristes que carecen de hojas,  es su forma de no estar en soledad, todo cambia.
Es evidente que estoy pensando en ti, mientras hago cada una de estas fotos. Es evidente que tus ramas son el sostén de mi cuerpo.