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jueves, 3 de agosto de 2017

Una visita a Sitges, una visita a mi infancia y los libros.

Sitges es un sitio que nunca te arrepientes de visitar. Es cierto, hay mucha gente, también los precios son excesivos. Pero Barcelona tiene pegado al mar los mismos precios.
En media hora llegas desde Barcelona en tren, y no venir en coche me compensa el agobio de no buscar parking.
De verás que su frente marítimo de inicios del siglo XX con edificios modernistas,  vale la pena. 
La caída de la tarde también tiene un precio alto. La bellesa (en catalán).

Mi amiga Mercedes hoy se fue a Madrid, mi niña lloró en la estación añoche, no le gustan las despedidas, pero ayer pude decirle que gracias a su madre Inés, profesora de geografía, supe que era un mapa de geografía de niño. También revisé enciclopedias en su casa por primera vez  y tuve mi primer petit  Larousse encuadernado en rojo en mis manos regalo de ella, al ver que se lo pedía mucho cuando empecé a escribir poesía. No había mejor 'google' para un niño en los setenta que este Larousse.

Yo era un niño raro que jugaba al beisbol y era judoka,  pero los libros me cambiaron la vida.  Hojear un diccionario y mirar al mundo en su casa me hizo soñar con un mundo lejos de aquella isla.
Su madre ya no está, pero sus efectos en mi sí.


Playa y frente marítimo
Mi niña cambió de look con una senegalesa que le hizo trenza de colores.
Ejemplo de Casa de Catalanes y Cubanos retornados de la Isla a inicios del siglo XX
Con Mercedes en la Estación de tren.

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