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jueves, 3 de noviembre de 2016

En el Museo de Ciencias Naturales de New York con mi hija. Memorias.

Hace ya cinco años de esta foto con una bandera de las primeras que se conservan del siglo xix.
Maya estaba muy pequeña. Pero le llamaba mucho la atención  los dinosaurios y todos sus huesos al aire.
Esa metáfora extraña de un cuerpo hecho de huesos sin carne que intenta recordarnos que antes estuvo recubierto de piel. La ventaja de verle los huesos a alguien es que ves exactamente el tamaño y la arquitectura de su alma. En ese momento no pude explicárselo hoy si...
Cuando estás en New York vives convencido que ese recuerdo no te deja jamás. Que volverás cuanto antes, pues ya tienes el virus de esa capital del mundo occidental, dentro. 
Cinco años después no he vuelto.  La memoria sigue intacta; sobre todo al rememorar con esta foto, que tras ver el museo,  cruzas (cruzamos) la calle y penetramos en Central Park, donde las ardillas parecen gatos. Te dejen estar tan cerca de su vida, tan natural y  rodeada de hormigón hecho de Torres Gigantes...