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jueves, 21 de enero de 2016

Palau de la Música Catalana. Matiné dominical de concierto coral con mi hija.


El Palau de la Música se terminó de construir cien años antes de que naciera mi hija,  en 1908. Con ella de la mano entro a la cafetería con ladrillo velado y vitrales modernistas y esperamos que suene la campana para entrar al concierto de la Coral de Cámara del Palau de la Música Catalana: Kantikipugui al Palau, enfocado a niños.
Su arquitecto  Lluís Domènech i Montaner, sabía que Gaudí estaba construyendo una de sus obras maestras, "La Pedrera," en Passeig de Gràcia en esos mismo años. Debió ser interesante convivir la confluencía de todos estos egos modernos juntos.
Cuando uno entra aquí, al Palau, no sabe si es una escultura gigante o un edificio recargado de imágenes.  Estoy seguro que la ciudad estuviese llena de  inmuebles como este fuera horrible.  En cambio, la existencia de este lugar para la música, es realmente una suerte. 
Vivir la experiencia de un concierto aquí debería ser obligado al menos una vez en la vida,  yo he visto varios, pero el de Fito Paez a piano y su voz;  y el de María Bethania cantando un repertorio de canciones al mar, descalza, fueron superiores o lo siguiente a eso. 
Este domingo la coral hizo un repertorio de canciones clásicas europeas (L. Andersen, Shostakowich, Sanint Saens, Fauré, Debussy o autores catalanes más contemporáneos, mi niña le encantó " y La Pilota" y "Ton Pare no té nas"; y por supuesto varias piezas de jazz. Cerraron con una canción africana. 
Estuvo muy bien, pero lo más interesante fue la coreografía del coro, creada por Alicia Pérez Cabrero. Deconstruida por todo el escenario y platea  e interactuando con el público. 
Que no daría yo por venir cada día a este templo del Orfeó Catalá... Hasta pronto Orfeo, y vosotros que me leen, disfruten de las fotos que hizo mi niña allí...