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lunes, 7 de julio de 2014

Mi primera boca de metro en París con Julio Cortázar bajo el brazo.

Antes de entrar en este maravilloso túnel en París, barrio XV, en noviembre de 1999, todo lo que sabía de un metro lo había visto en pelis (la estación donde se cruza  Marlon Brandon con su ninfa en el "Último tango en París" está muy cerca de esta estación)  y un excelente texto de Julio Cortázar llamado, "Manuscrito hallado en un bolsillo" si mal no recuerdo.  Al igual que en otros relatos de Cortázar el metro de París es el escenario... "¿Quién no ha construido en el aire saturado de un vagón de metro alguna aventura romántica producida por una supuesta sonrisa reflejada en la ventanilla?" 
Ahora llevo viviendo más de trece años en una ciudad -Barcelona- con muchas líneas de metro cerca del Mediterráneo. He visitado varias ciudades y en casi todas he montado metros cuando los tienen: Milán, Roma, Bruselas, New York, Praga, Madrid, Lisboa, San Sebastián ... No obstante, esa entrada que ven amigos míos, esa boca, fue la primera. El aire que me dio en la cara por la llegada de un tren desde lo profundo de ese vientre que desconocía, lo vuelvo a oler cada vez que regreso a visitar  Charles Michels. Ahí quedó mi virginidad orgiástica con esos túneles de amor bajo tierra  vivos. La bendita maldición de leer a Julio Cortázar que pasó 30 años en París cogiendo metros siempre actúa como mi Virgilio personal bajo tierra.

Hay ese instante en que se empieza a bajar la escalera de una estación de metro de París y al mismo tiempo la mirada abarca todavía la calle con sus figuras y el sol y los árboles, y se tiene la sensación de que los ojos van cambiando de lugar a medida que se baja, que en un momento dado se mira desde la cintura y luego desde los muslos y casi enseguida desde las rodillas, hasta que se termina viendo desde los zapatos, hay un último segundo en que se está al nivel de la acera y los zapatos de los transeúntes, como si todos los zapatos se estuvieran mirando entre ellos, y el techo de mayólica de la galería se vuelve un plano de transición entre la calle vista al ras de los zapatos y su anverso nocturno que bruscamente se traga la mirada para sumirla en una oscuridad caliente de aire viejo”... 
Frag de novela: 62 Modelo para amar, de Julio Cortázar.