páginas vistas

lunes, 23 de junio de 2014

Don Quijote en Barcelona, una mirada de su paso por la ciudad

 
Cuando escribí la introducción al libro: Don Quijote. Visión de Barcelona,  Miguel de Cervantes me pareció que Don Quijote no solo vino a buscar aventuras en Barcelona, sino que toma como escenario una ciudad que lo dejó fascinado. Antes de salir a pasear por primera vez por la ciudad, Cervantes le quita las armaduras y le cambia a Rocinante por otro caballo, sin embargo, en el posterior paseo, no lleva armaduras ni caballo lo que le permite tomar contacto con la realidad de forma más cercana que en otros momentos de la novela, volviéndolo más vulnerable. Hay un tópico que todos repiten, que se vuelve cuerdo con su derrota en Barcelona, no lo creo así, si se lee con detenimiento, en su trayectoria por la ciudad me parece como si nunca hubiese estado más cuerdo.
1. Cap. LX. Aquí ve el mar por primera vez “hasta entonces dellos no visto; parecióles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en la Mancha habían visto”. De los barcos, Sancho impactado dice “no podía imaginar cómo pudiesen tener tantos pies aquellos bultos que por el mar se movían”
2. Cap LXI. Se adentra en la vida urbana de Barcelona de principios del siglo XVII, y descubre personajes, rincones y lugares, poniendo así a esta ciudad intramuros en la geografía universal en más de cien lenguas a las que ha sido traducida en los siglos posteriores. Si tenemos en cuenta que él comenzó la novela no queriendo acordarse de un lugar de la Mancha y, en cambio, se regodea con el Mediterráneo. Incluso, la música de chirimías que los persigue desde su entrada, lo lleva una noche a bailar hasta caerse en un “sarao” con dos damas de “gusto pícaro y burlonas”, que lo tientan de tal manera que tiene que evocar a Dulcinea del Toboso, para no perderse.
3. Cap LXII. Descubre una imprenta en su paseo, y ve impreso el libro apócrifo sobre sí mismo