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sábado, 24 de mayo de 2014

Cubanos por el Mundo: ¿Suerte y tragedia?

foto Arkolano
Siempre he dicho -y lo mantengo- que con o sin Castro yo me hubiese venido a Europa. Quizás por lo enraizada que está la cultura europea con nuestra cultura. A lo mejor no hubiese estado tantos años, 15 sin volver a esa isla,  por eso me debato siempre en el hecho de ser o no ser tan dramático al definir el exilio, porque muchos inquietos como yo, antes del 1959, se fueron.  En este post recopilo algunas anécdotas de encuentro con cubanos  e hijos de éstos, o personas que pasaron por Cuba en diferentes partes de Europa y Estados Unidos...

*El custodio del edificio Dakota en New York terminó haciéndose una foto conmigo con nostalgia y emocionado cuando supo que era cubano como su madre. Antes nos había invitado a irnos como a todos los demás turistas por interrumpir el paso de los inquilinos del edificio donde vivía Lennon frente al Central Park.
*Nunca me he sentido tan cubano en París como cuando fui al restauran  Calle 24 cerca de la Bastille. Allí descubrí que  su dueña había nacido y vivido  en La Habana frente a casa de Julián, músico y amigo.
*Iba pensado en la frase correcta en inglés que me había enseñado Aissa para hacer una copia de la llave de su casa en Miami Beach donde dos alojábamos de vacaciones cuando la encárgada de hacer la copia me miró y me dijo...¡Mi amor quiere que te haga una copia...!
*En la tienda de chocolates Pierre Marcolini, en Bruselas, una ex-pianista clásica cubana me escuchó el acento y supo que habíamos nacido en el mismo lugar, terminó haciéndose una foto con nosotros y al  marcharnos estaba visiblemente emocionada.
*Un año antes (2004) el custodio de la iglesia de la Santa Cruz, en Florencia, me llamó la atención por hacer fotos digitales sin pagar la visita a este templo donde descansa Dante Alighieri... Solo detuvo su persecución cuando descubrió que era cubano como él,  y que mi padre era de Cienfuegos, donde él había nacido.
*Cuando subimos, dos cubanos y dos sevillanos, a la cima del Castillo de San Jorge, en Lisboa, para contemplar el río Tajo, que me descubrió Pessoa verso a verso, me encontré con Mestre, el ex pianista de Carlos Varela.
*Estaba con Maya, mi hija,  paseando por Praga después de bajar del castillo donde había vivido Frank Kafka cuando el dueño de una tienda de souvenir me escuchó hablar con ella y me regaló un plato con la imagen de la ciudad tras contarme que había pasado el ejército en Cuba y la era imposible olvidar esa isla.
*Nadie fue mejor guía que Yoha, nacida en La Habana y residente en Tampa, para enseñarnos la huella profunda de José Martí y miles de cubanos que pasaron por esta breve ciudad...
La nostalgia está disimulada y disminuida mientras suceden estos eventos folklóricos culturales; es sombra y asombra en forma de drama. Derrapa como lágrima clara en piel oscura, si estás montado en un tren que va de Milán a Venecia el  16 marzo del 2004, y te enteras que entre los fallecidos en el atentado terrorista de Al Qaeda a los trenes de Madrid, hubo un cubano: Michael Mitchell Rodríguez, tenía 27 años.