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sábado, 4 de mayo de 2013

Praga resume la Europa que llevo en vena.


La plaza de la Ciudad Vieja de Praga, me recordó en su totalidad a la La Grand-Place (Grote Markt en flamenco), de Bruselas, claro sin las columnatas maravillosas de esta última, es sólo un referente, además creo que ayudó a ello el hecho de estar el cielo gris, y venirme a la mente esa frase ingeniosa de Guillermo Cabrera Infante, "bruselosis", la mezcla de falta de sol y frío primaveral.
Aunque tengo que reconocer que el gótico aguja de la iglesia del Tyn, con sus dos torres de ochenta metros, el barroco de la iglesia de San Nicolás y sobre todo el reloj astronómico (el reloj medieval más antiguo de Europa) la hacen muy diferente y peculiar, si te sientas a mirarla con detenimiento mientras comes una salchicha junto a una cerveza tradicional y tu hija juega con una checa, seguramente de padres ex socialistas como yo, a coger burbujas en el aire de la Plaza.
Yendo por el centro me llamó mucho la atención la cantidad de edificios que tienen la construcción medieval de almohadillas, que descubrí en las torres del Castillo Sforzesco de Milán, también allí vi los primeros hombres de piedra que sostienen múltiples balcones a nuestro paso. Las numerosas puertas de entradas medievales a la ciudad antigua, sin duda me llevan a Burdeos, primera ciudad donde las viví y sentí en 1999.
Desde el Puente de Carlos (en checo Karlův most) tienes una perspectiva o aires de París, sobre todo si miras a la isla Strelecky ostrov en el centro del río Moldava, que tiene la misma ubicación que la isla de la Cité en el centro del Sena cuando la miras desde el Pont des Arts, de islas entre puentes, sin olvidar que el Moldava como el Sena, sostienen en sus orillas varios inmuebles medievales con agujas que apuntan hacia el cielo pero se nos clavan en la memoria. No obstante, además de París, toda ciudad de Europa donde el río es protagonista sus aguas me llevan con toda seguridad, al Guadalquivir que atraviesa Sevilla y hace frontera con Triana.

Este puente es un bulevar vivo, está lleno de turistas y checos que pasean. Tuve la suerte de que en el centro del puente custodiado por más de veinte estatuas de santos de piedra, estuviesen tocando músicos de jazz, música que es un referente en toda Praga, en todas partes hay jazz, como para no enamorarme de Praga.






Río Moldava desde Karlův most













Reloj astronómico



Iglesia del Tyn, orgullosa de sus torres de ochenta metros.

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