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martes, 25 de diciembre de 2012

Notas de vuelo: Barcelona-Lyon

Desde que salí de Cuba, he pasado por varios aeropuertos en distintas ciudades: Bahamas, París, Bruselas, New York, Miami, Roma, Milán, Burdeos; sólo dos ciudades, La Habana y Lyon, -esta última a donde estoy a punto de llegar desde Barcelona-, hacen homenaje a la literatura poniendo nombre de escritores a sus aeropuertos. La primera, José Martí, y la segunda, Antoine de Saint-Exupéry. Una circunstancia especial, ya que ambos escribieron libros para "niños" de carácter reflexivo. La gracia que St Exupéry era además, piloto. Otro hecho que los acerca es que ambos murieron muy jóvenes, el escritor cubano J. Martí, con 42 años, el francés, con 43 años.
Lyon, donde me dirijo, es la ciudad natal de St Exupéry, que escribió, Le Petit Prince -El pequeño príncipe- que voy releyendo en formato digital... "-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos (...)
-El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante. -El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el principito, a fin de acordarse.-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa..."-Soy responsable de mi rosa... -repitió el principito, a fin de acordarse"...
"Lo esencial es invisible para los ojos", era una frase que citaba de memoria cuando leía versos en público en la ciudad donde nací, hoy lo esencial de mí, es mi pequeña princesa Maya, que está en Madrid, con sus abuelos, pasando las fiestas del 2012, lejos. Ella ante la rosa del principito dirá una frase que le he enseñado "las flores son amores y la sonrisa de la naturaleza", Martí, en cambio, en el Ismaelillo le escribe una frase que todo padre le diría a su hijo cuando le extraña..."Espantado de todo me refugio en ti."
Estuve dos horas en Lyon y compré un solo libro: El facsímil de El pequeño príncipe que leerá mi hija en algún momento. yo también espantado de casi todo, me refugio en su olor...