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martes, 25 de septiembre de 2012

Aristides Maillol en París me llevó al erotismo de Gustav Klimt

Uno de los primeros museos que visité en París fue el Museo Maillol, Fundación Dina Vierny. Aristides es un escultor que todos (los que han visitado París) nos encontramos en los alrededores del Louvre a través de unas mujeres todas gordas y espléndidas en su desnudez, de las que Botero aprendió y exageró en extremos mórbidos y de buen gusto.
Después de varios viajes a esta ciudad, quise volver a este museo en el 2005, cinco años después y, allí, además de su expo permanente, me encontré una expo monográfica sobre los dibujos eróticos de Gustav Klimt.
La sutileza del trazo, la posición de las manos, los colores tenues, los trazos, las sábanas, incluso podías ponerle el olor de tus propias relaciones sexuales mientras los observabas. Este austriaco, era  la sutileza misma  de la sexualidad erótica....
Yo, que  presumía de escritor erótico con varios cuentos publicados en La Habana, incluso recogidos en antologías que fueron impresas en España, México  o  Venezuela (sin Chávez), de atrevido hasta creí intuir orgasmos femeninos en varios de ellos que recibieron elogios de la crítica y de profesores de literatura de la Universitaria de La Habana como  Salvador Redonet o Margarita Mateo, quienes dieron clases y conferencias con ellos; toda esta áurea de conocedor del tema se me cayó al ver estos dibujos eróticos de Klimt... Quien pone distancia con todos sus contemporáneos en el tema erótico y, sobre todo, con los imitadores que vinieron después.
Han pasado 150 años de su nacimiento, pero su obra es nueva siempre donde quiera que te la encuentres, es como el origen de esa sonrisa pícara y liberal del arte que no te esperas, y te sorprende.

Gustav Klimt con su gato












































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