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jueves, 6 de octubre de 2011

Steve Jobs: muere la poética del tacto


Gracias a la fiebre de mi niña esta madrugada descubro la muerte de Steve Jobs cuando ningún periódico español tiene la noticia. De todos los adelantos tecnológicos con que nos iluminó, me quedo con la poética de tacto.
Jobs nos enseñó a tocar la pantalla, como aquella serpiente enseñó a Eva en el paraíso a coger una manzana: amapplemente, no a mirarla como hacíamos antes, estoy seguro que gracias a él, las caricias en esta nueva generación, y en algunos adultos, ha tomado una sutileza diferente desde la aparición del iPod.
Aunque hay mucha gente que aún no tenemos iPhone, pero su revolución táctil se ha popularizado de tal forma que hasta los museos tienen pantallas táctiles para acercar la obra o fotos del artista que estemos viendo, sin olvidar cómo le ha facilitado el trabajo a los c@jeros.
Con él, las fotos que nos gustan pueden ampliarse y alejarse con una simple caricia. Incluso, he visto parejas en el metro que se tocan iphonemente: como si el tocado estuviese detrás de un cristal.
Personalmente, él le ha facilitado el uso de los juegos a mi hija desde antes de cumplir un año, y salva a su madre, a mí y a las personas que nos rodean (restaurantes, metro, bus, taxi) cuando a punto de montar en cólera aparece el iPhone para calmarla jugando a hacer parejas. No es casual que haya sido el máximo accionista de Disney, y responsable entre otras de Buscando a Nemo.  Gracias Steve.