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viernes, 15 de abril de 2011

Boris Larramendi en el Harlem Jazz Club de Barcelona

Hacía casi tres años que no veía a Boris Larramendi en vivo. La última vez tocaba con Athanai en una gira nacional con el proyecto de Habana Blues. La pasada noche Boris ha estado en su esencia, o sea, solo con una guitarra y voz, más el acompañamiento sincopado de un cajón flamenco, sin olvidar los coros de Habana con Kola en algunas canciones, estos últimos son los anfitriones naturales los sábados en el Harlem Jazz Club.
Este tipo de presentaciones con el público bebiendo una copa sentado a un metro del artista, es la distancia perfecta para comunicadores como el Boris que viene tejiendo y amoldando su estilo desde hace veinte años cuando empezó en aquella esquina mítica de 13 y 8, que generó su participación en varios discos cuando aterrizó en España, tanto en Habana Oculta como en Habana Abierta donde sin duda Boris fue uno de los pilares energéticos de ese proyecto ya que aportaba uno de los estilos más diferenciantes del mismo, su mezcla de congas y guarachas con el rock alternativo de Nirvana  en las canciones Marchen Bien y Cayendo en la Malla, o sus mezclas de boleros cubanos con Beatles, en el Sabor del Fin, hace que su música tenga una peculiaridad intrínseca muy de Boris.
Era tan fuerte el deseo de crear en solitario que Boris decidió saltar al vacío hace ya dos años y emprender un proyecto personal. Abandonó Habana Abierta, justo antes de una gira en Miami donde Habana Abierta se presentó junto a Willy Chirino quien había grabado La Algarabía (Kelvis Ochoa y Boris Larramendi) en su disco Pa’lante después de haberla escuchado en la película Habana Blues según nos contó Willy en su paso por Barcelona.
De esta etapa y de sus dos nuevas producciones “Libre”y “Felicidad” son muchas de las canciones con que se va presentando en esta gira por diferentes salas de España, teniendo como eje primordial Madrid, Canarias, Barcelona, Córdoba, Santander, Valencia abierto siempre a tocar en todas las salas donde le abran un hueco en la programación.
Boris, solo, parece asumir todas las fases autorales que antes se veían como un todo en Habana
Abierta y sus miradas a la sociedad española y su vida en el exilio se han ampliado como los años que va cumpliendo. Por eso me impactaron los versos de sus canciones donde pasea con su niña por la calle amore o su explosiva visión de la sexualidad, que le saca partido a la climatología e incide en un tema magistral como Mirando nevar, de obligatoria visión en youtube si se quiere completar la idea de lo que narro. También le saca partido a los tópicos de la sexualidad de los cubanos con guiños a Thomas Mann, y una visión muy interesante de ser un artista y a su vez un amo de casa que tiene que compaginar su creatividad con la vida cotidiana de lavar, tender, hacer la comida cuando su mujer no está o hacer la compra.
¿El público? El Harlem terminó lleno con público variopinto como sucede en las ciudades europeas y sobre todo una representación fiel de cubanos que van allí para reencontrar un trozo de su vida parecida a la que el Boris narra en su discurso y compartir su visión del exilio. Todos palmearon y bailaron, algunos de pie, otros de la cintura para arriba. Las canciones del Boris no son solo de Cuba, nacen de esa isla pero tienen una conexión universal con la vida de cualquiera y por eso aunque muchos no hayan vivido el socialismo se terminan enterando y aplaudiendo con el magnetismo que genera estos encuentro que nos dan energías para saber que no nos fuimos por gusto, que esta trayectoria tiene un aprendizaje que también puede narrarse bailando.
Tener hija significa no poder cerrar el chiringuito, sé que el broche de la noche fue mágico, me faltó sentir Asere o Siempre happy, entre otras muchas, pero la babysitter esperaba...